
Los efectos cerebrales del estrés, la efectividad del chicle para relajarse, la neurociencia del amor eterno así como el punto de encuentro entre el cerebro y el baile estuvieron entre los temas tratados en el Congreso de Neurociencias que este año se llevó a cabo en Washington DC. Se trató de una reunión masiva, según reporta la revista Science, participaron más de 30 mil personas representando a 73 países y tan solo en carteles se presentaron más de 15 mil trabajos. Imposible hablar de todos ellos pero hubo algunos que sobresalieron por su originalidad o por la forma en la que repercuten en la cotidianidad de las personas. Muy comentado en la prensa fue el implante cerebral que permitió a un mudo volver a “hablar”, aunque exactamente lo que hizo fue emitir el sonido de tres vocales. Aún así se trata de un adelanto sin precedente en el uso de interfaces. Un grupo de especialistas de la Universidad de Boston implantó un circuito electrónico en la zona del lenguaje en el cerebro de un hombre paralizado e incapaz de comunicarse. Con una computadora y un programa especialmente diseñado para decodificar señales neuronales, fueron capaces de convertir las señales producidas en el cerebro de este hombre en sonidos claros y precisos. Aunque hasta ahora han sido únicamente vocales las que han sido decodificadas, se espera que en los próximos cinco años sean palabras completas las que puedan ser expresadas dándole una posibilidad de comunicación a aquellas personas incapaces de hacerlo verbalmente. El estrés ocupó un lugar protagónico en la reunión, al igual que lo hace en la vida de muchas personas. El estrés está en la cabeza, según un neuroendocrinólogo de la Universidad de Rockefeller en Nueva York, ya que es el cerebro el responsable de reconocer y responder a los estresores de distintas formas. Cada vez son más los estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Un estudio de la Universidad de California, por ejemplo, demostró que un estrés fuerte durante un corto periodo de tiempo, como lo es la espera durante la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, demostró la disminución del tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria, por lo menos en ratas. ¿La solución al estrés? El chicle. O por lo menos eso sugiere un estudio de la Universidad de Northwestern y el Wrigley Science Institute que prueba que masticar un chicle en momentos de presión disminuye el estrés a niveles cinco veces menores de los que se perciben en condiciones normales y que además mejora la memoria a corto plazo. Los efectos son considerables, sin embargo, los científicos no saben aún cual es el factor responsable de este efecto: el azúcar, el sabor o la mecánica de masticar. Sea cual sea, replantea las estrictas reglas escolares de no masticar chicle en clase. El amor ocupó un lugar protagónico entre los trabajos presentados. Se sabe ya que durante el enamoramiento inicial se activan vías cerebrales asociadas con las adicciones. Ahora, un grupo de la Universidad Rutgers estudió a personas que seguían enamoradas después de 20 años de estar casadas y encontraron que en ellos, además de tener activas las vías de la adicción se añadían zonas que dependían de dos neurotransmisores: serotonina y vasopresina. El mensaje es doble, el amor puede durar indefinidamente y la sensación de obsesión, manía y ansiedad inicial son eventualmente reemplazadas por paz y calma. Finalmente, el baile y las neurociencias detrás del mismo constituyeron la presentación de apertura del congreso. Después del baile de apertura inició una mesa redonda en la que coreógrafos y científicos discutieron los mecanismos cerebrales necesarios para seguir un ritmo, percibir la posición exacta del cuerpo en un momento dado y el cálculo perfecto de los movimientos durante un baile. Así, un año más, se reunieron los cerebros de aquellos que alrededor del mundo estudian al cerebro tratando de dilucidar los secretos del que continúa siendo el mayor de los misterios del cuerpo humano. |
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